sábado, 28 de noviembre de 2009

















El perro es otro espacio.
Una muerte distinta en medio de la calle.
Elsa López
Lacquer on wood by: Truong Tan , Seduction, Vietnam, 2008

domingo, 22 de noviembre de 2009

América resuena, décadas antaño, resuena.

"Este libro es todo ternura y todo violencia"

Carlos Pellicer
En: Testamento del exiliado





Son falsos los aretes
las pieles
las genuflexiones en los templos

Lo único cierto es el rencor
y sus lombrices
la clase que traemos en la bolsa
la cartera
el color de la piel

Asaltemos el cielo
y vomitémoslo por falso

No son nuestras las mieses ni
las palabras

No son nuestras las niñas de los ojos
ni sus gotas de luz

No son nuestras las amapolas
del sexo
ni el producto de su ansia

Nuestro es el odio

Nuestro nuestro color
nuestras manos
nuestras madrugas
angustiosas

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Yo tengo campanas en mi pecho
que tocaré
cuando se despercen las montañas

De adentro de mis huesos nace el polvo
y su lecho de viento

De adentro de mi amor nace
la noche y su lluvia de
luciérnagas ciegas:
hoy me duele la sombra

Los pies de la tormenta se quedaron rojos de celos
y se siguen quemando falsedades
en el pom de las horas

Yo sólo soy un hombre que tiene multitudes de
voces
en las venas del cuello
y unas raíces de sílice que alimentan
el vidrio de sus ojos


Fragmentos del poemario:
Flores, Marco Antonio. Presentación de: Carlos Pellicer, Muros de luz, Siglos XXI, México, 1968.
Stencil collage on paper by: Shepard Fairey, War for sale.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

A veces



















Cuando estreno 
una pluma,
una hoja
... tinta!

Soy el violador 
en potencia
voy surcando
la virginidad de la hoja
voy manchando
con lúgubres ideas
su pureza.

Periódicamete 
me entra la culpa,
recapacito y descubro
que soy un asesino,
un transgresor
de la blancura, 
de la textura:
de la literatura.


Vintage gelatin silver print by: Sudek, Josef. View from studio window, circa 1950.

Vida breve



















Me asomo por la ventana
de la caja celeste
allí puedo descubrir
lo negro,
lo etereo,
pléyade:
¡Titila!

Escamas de piel
dulces viajeras
mudan,
un poro se tranforma:
dije:
¡emanación!

Grité:
C
   o  
      B
       á
       L
      t
     i
   c
a

Soy azul,
siempre fui azul:
caracolas y chalchihuites
me adornan.

La brisa, las olas;
me acompañan.
El frío:
mi camino.

C - print, resin, oil by: Mazzucco, Raphael. Giselle, 2008.

martes, 10 de noviembre de 2009




Hoy hay muerto la muerte
porque ha muerto la vida
campanas repican
el súbito tiempo.






Silver gelatin print by: Weston, Edward. Dunes, Oceano, CA, 1930.

sábado, 7 de noviembre de 2009

El lago













En agradecimiento a la  Media Luna por acogernos en sus dulces aguas.
-¿Qué pasa contigo? -pregunta mamá y alza las cejas porque de nuevo traigo mojados los zapatos.
"Estuve jugando en la orilla del lago", pienso que voy a decirle pero mejor me quedo callado porque ella nunca lo ha visto y siempre que le digo eso se enfurece o se pone triste o me mira como uno ve cuando ya no tiene palabras para decir lo que quiere, y entonces ella alza los brazos y los detiene un momento junto a la cabeza y después los deja caer a los lados en un sólo movimiento y me grita o me da un empellón.

-No me di cuenta -digo, pues, aunque sé que es mentira y que eso no explica nada. Mamá me mira con los brazos cruzados, con los dientes apretados porque está mordiendo palabras que no quiere soltar.

-Ayer fue lo mismo. ¡Todos los días! -dice finalmente, como si eso fuera un argumento para algo y pasa frente a mí y se sienta en la mesa y comienza a revisar los papeles que trajo de su changarro, como ella dice cuando se ríe. Me gusta la risa de mamá. "Ven a ver el lago -quiero decirle-. Hay pinos y sauces y palmeras. Hay búhos y tucanes y gaviotas. Hay tapires y patos y cocodrilos. El agua es tibia, espesa, perfumada." Pero no me atrevo. Me quedo de pie, viendo cómo revisa los papeles, cómo lleva cuentas en su libreta, cómo se quita los zapatos con los pies, sin suspender lo que hace.




-¿Qué esperas? -me pregunta sin alzar la vista  ¿No vas a cambiarte?

"Ven conmigo  -quiero decirle-. El lago es bellísimo y peligroso. No me dejes ir solo. "Pero las palabras se me quedan en la cabeza; ni siquiera me bajan a la boca. Se me quedan como meros pensamientos, sin sonido, sin peso, mientras la veo fumar.

-Vas a resfriarte  -me dice subiendo un poco el tono de voz-. ¡A quién se le ocurre! -me reclama- ¿Qué esperas? Sube corriendo a cambiarte  -me ordenas y entonces sí levanta la cabeza y me mira. Yo clavo en los suyos mis ojos, para que comprenda todo eso que me gustaría decirle. Pero ella vuelve a sus papeles.

Doy media vuelta. Subo por las escaleras de ladrillo y duelas. Recorro el pasillo. Llego a mi cuarto. Oigo el radio, abajo, porque mamá acaba de encenderlo. Me pongo de puntas y abro la puerta.

Entonces lo veo, enorme y verde, con altas nubes blancas por encima. Con yucas y jacarandas y eucaliptos; con serpientes, monos, garzas. Me lleno las narices con el aroma de las flores que crecen en el agua; me lleno los oídos con los gritos de los animales que no alcanzo a ver. Me quito los zapatos. Me desnudo. Siento los pies en el agua tibia y espesa. Avanzo sin volver la vista. Cuando pierdo fondo comienzo a nadar, hacia el frente, con todas mis fuerzas, porque no quiero nunca, nunca, nunca regresar.

Garrido, Felipe. Garabatos en el agua, Grijalbo, México, 1985.
Fotografías: arriba Alondra Santamaría Mtz.
  abajo Aldo Márquez Sánchez