martes, 1 de diciembre de 2009

Entrada sin título que versa de la añoranza y la soledad





Me gustan los árboles a la mitad de la calle que irrumpen el asfalto. Extraño Coyoacán, el olor a café de El Jarocho, los empedrados, la carga oscura y pesada que vibra al caminar en algunas aceras como la de Francisco Sosa, los callejones, la arquitectura de las casas, la cercanía con la UNAM. Extraño a mi abuela, los días que no volverán, amo ese pedazo de tierra y estoy lejos .

Ayer soñé que mi padre me mataba mientras yo nadaba en el agua negra de una laguna con rocas volcánicas quemándome los pies, el centro de la caja acuática contenía raíces largas, espinosas que conducían a las enormes ramas de un nopal. Disparaba a quema ropa.

En ocasiones siento que he tomado decisiones erróneas y un fragmento de mi sabe que el camino recorrido ha sido prolífico para la mente y el corazón.
Quisiera estar en otro lugar, vamos, no reniego de la estabilidad que empecé a gozar este año, me  refiero a ciertas aspiraciones que  no he logrado culminar o emprender.

También, hay días en lo que he deseado llorar con la furia de un animal, pero el agua salada no emana, se niega a mojar esta dermis facial. Resulta extraño porque de niña y adolescente lloraba con una facilidad sorprendente, después de JA todo se atrofió, la capacidad sensitiva del llanto se ha mudado a otros cuerpos dejando atrás mi ser. 

Esto último esta relacionado con un tipo de soledad que empezó a invadirme, de pronto me descubro sin amigos, la mayoría se marcharon, otros están lejos en sus ocupaciones; principalmente me hace falta la presencia femenina, una amiga con la cual discurrir historias de lo cotidiano, platicar del sexo opuesto y sentir que por allí está alguien en quien se puede confiar.

Fotografía de: Françoise Huguier.

1 comentario:

(...La Noche...) dijo...

Vivías en Coyoacán? Yo vivía hace mucho en un cuarto de azotea bastante cerca del centro de Coyoacán. Extraño esa parte, sobre todo la tranquilidad con la que podía salir a caminar a cualquier hora de la noche, los parques, el museo de las intervenciones y sus ecos nocturnos mientras buscaba alguna luz que me cobijara la soledad.

Es cosa de la edad eso de secarse?