sábado, 18 de octubre de 2008

¿Y ahora cuánto cuesta?


Viene por tercera vez en mi vida y sólo tengo 26 años. Resuena el eco que un día Maldonado Graniel dijo en clase: "ustedes son la generación de la crisis y con esto no me refiero a su personalidad o elementos que los tracen o definan como seres . Me refiero a que han vivido en un país que nunca les ha dado una oportunidad, nunca les ha dado estabilidad económica, ni siquiera de jóvenes verán las arcas llenas", después lloriqueó fermosamente como solía.


(Querido Profesor cuanta razón tenés, cuanto me resuenas en estos momentos, como te siento, mala pata tu jubilación.)
La primera ocasión sólo la sé de oídas como la de mi mamá que jugaba conmigo y trataba de explicarme cosas de este mundo, que en realidad qué es el mundo sino este país, y decía: "sabes cuando naciste te ibamos a dejar empeñada en el hospital" y yo abría los ojos enormes imaginando cómo sería eso, después mi madre sonreía y aclaraba: "bueno no a ti, pero en la época que naciste de un día a otro las cosas incrementaron de precio brutalmente y todo lo que tu padre y yo teníamos ahorrado para el parto ya no cubría ni la mitad". De nuevo, la miraba con ojos de sorpresa y seguía con la narración de la crisis de 1982.

Los padres de Nari si pudieron pagar el hospital, pero tuvieron que vender el auto que recién compraron por la llegada de la bebé y su confort, todo esfuerzo fue en vano y en menos de un mes tuvieron que desprenderse de la nueva adquisición.

El siguiente recuerdo es de 1994 una mañana fría como esta en la fila escolar cuando se tomaba distancia 1,2,3 y se hacían honores a la bandera de pronto una voz infantil pronunciaba que Salinas era una rata, que su padre se lo había contado, que si sabíamos la nueva noticia, que las monedas que usabamos ya no serían las misma ni tendrían el mismo valor.


Entonces mi madre y su esposo ya no compraron la casa que les gustaba en el sur de la ciudad, pero a cambio tuvimos vanos obsequios como que nunca dejé el balé , bueno sólo hasta que me hartó y lo cambié por el YMCA en la época de la crisis, mi madre dejó de ser hippie y me vestía con ropa de Zara, Guess y Benetton, compró una televisión y teníamos cable para idiotizarnos hasta el hartazgo, por primera vez me obsequió un juguete gringo y unas vacaciones a todo lujo en Quintana Roo.

Vanos objetos que no sirvieron de nada, tal vez sólo el recuerdo, porque fuimos al norte de la ciudad a vivir, vendimos uno de los dos autos y hasta la fecha uno sigue en uso y dificilmente comprarán otro, vivir en un departamento de interés social nos obligó a desprendernos de la mayoría del menaje casero a tal grado que hasta la fecha no hay sala, ni espacio en los closets, ni una mesa para cocinar y pocos, muy pocos, artefactos cibernéticos o tecnológicos.

Ahora intento costearme la vida con un mísero salario y supongo en días será más mísero y más y más de los más y más 365 días que trae el devenir.


Algún suicida citadino que quiera unirse!!!!!!!!!!!!!!! (no olviden cargar paracaídas y una colación por si las moscas)
Por cierto: ya no hay siempre en domingo y la academia ya caducó.

Arte urbano por: Banksy, Napalm, 2004. Screen print on paper.

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