sábado, 9 de marzo de 2013

Añoranza


                                      ´






                                                                                              para  T

A esta altura de mi vida ¿qué significa quererte?

Pensé en cómo nos conocimos un cúmulo de coincidencias y encuentros, a mi parecer deleitosos..

Yo te miraba cada vez que visitabas las librería en la que trabajo, yo nunca imaginé que, también, me mirabas a discreción.


Visitaste varias veces mi lugar de trabajo y adquiriste varios materiales. De pronto un día laxo y relajado de clientes llegaste, yo estudiaba unos apuntes, pues, se acercaba el verano y con este los exámenes finales. Recuerdo que al acercarte al mostrador dijiste -¿qué estudias?-
Yo respondí: -Filología-.
Miré tu cara y las gesticulaciones emitidas y comprendí que no te era ajena esa palabra.

Dialogamos un poco y me comporté renuente a darte información sobre mí, en realidad estaba nerviosa, pues siempre me pareciste apuesto y encantador. Confieso que en varias de tus visitas jugaba, conmigo misma, a mirarte en secreto, te llamaba con la mente y si virabas la cara fingía el llamado.

Hasta que un día apareciste en mi universidad. Comprendí que esos encuentros no eran una casualidad, mas no quise aventurarme a la profundidad de la mente para suponer, en realidad esta vez dejé que la vida me sorprendiera y así fue.

Meses después, pasé del compromiso de una relación a la soltería y como si le hubiese clamado al universo un ser  afín a mi: apareciste.

Nos encontramos en un pasillo de dicha institución, yo huía de una clase por no haber finalizado los deberes, la excusa; "exceso de trabajo", casi chocamos en un pasillo, nos saludamos, después insististe en querer decirme algo con urgencia y de suma importancia, accedí.

Te seguí por los pasillos a la sala de firmas de asistencia de los docentes, luego, fuiste al baño, yo miraba el reloj, pues tenía otra clase, regresaste y salimos a un jardín de esa institución.
.
Siempre creí en tu belleza, pero esa noche descubrí tu interior.

Nos sentamos en una jardinera y dije -qué sucede, qué es eso tan importante que necesitas decirme-.

Me miraste con el fulgor de tus ojos negros y dijiste -como quisiera estar en otro lugar, para decirte lo que diré: quiero salir contigo, me gustas, llevo meses pensando cómo aproximarme a ti-.

Respondí - si eres géminis me iré corriendo, siempre pierdo con ellos-.

Dijiste -sabía que eras bruja, soy géminis-.

Yo aspiré el aire y con él un poco de angustia,  mas respondí -¿De verdad, entonces me iré corriendo y si permanezco me pellizcaré, pues no puedo creer que tú me busques?-

Me pellizcaste  y me besaste. Después, yo te besé en respuesta al agrado de tu beso. Luego nos besamos y besamos y besamos.

Intercambiamos información suficiente para seguir en contacto.

Un código de identificación, un pasaporte a tu sexo, una nación para este amor.

Regresé a mi siguiente clase extasiada de tu sabor, de tu maravillosa mirada. No le dije nada a nadie, no esa noche.

Sin saberlo ya eras mi amor, sin saberlo eramos dos. Ven róbame los besos que me muero por tu amor.


Al día siguiente llamaste para desearme los buenos días y decirme que habías pensado en mí por la noche, querías verme, hablaste para desearme buen provecho, buenas noches, hasta que nos vimos de nuevo en tu casa.

Parecía que la vida quería que nos encontráramos, vivimos a quince minutos de diferencia, mi trabajo está a siete cuadras de tu casa, estudiamos carreras afines, música, comida, libros, sexo y el surgimiento del amor.


Era tan dulce tu voz, tan dulce tu clamor, tan dulce. Ven que te cobijo con mi ser, te arrullo con mi ser, te amo con mi ser.

Hasta que un día decidiste guardar silencio y desaparecer. Debo confesar que al principio me dolió tu adiós no explicado, tu ausencia, a mí parecer, sin sentido. Pensaba en Milan Kundera y su magnánimo texto La insoportable levedad de ser donde expone la hipótesis de que cada vez que el ser (humano) está en (paz) levedad, no lo soporta y busca  romper con esa supuesta estabilidad.


Me he quedado con un manojo de tu esencia ¿dime dónde está tu huerto para regresarte esta ausencia?

Sobran preguntas, los meses han hecho su labor, tiempo, tiempo de una fidelidad absurda en busca de cesar el dolor.

Extrañote, lo sabes, sin embargo la respuesta de tu adiós "es como un cuchillo que rasga el lienzo de la decoración pintada, para que podamos ver lo que se oculta tras de ella".




Fotografía de Annie Leibovitz, Annie Oakley´s heart target, E.E.U.U., 2010.





No hay comentarios: