viernes, 1 de marzo de 2013

Tener un perro Roverandom








Será qué fue una promesa en conjunto que no se cumplió (bueno, una parte) o será que desde antaño yo ya deseaba un can en mi vida. Puedo decir que fue un poco de las dos situaciones mencionadas.

Un novio y yo tuvimos el fallido plan de vivir juntos, él ya tenía un perro y yo siempre quise tener una pareja de perros novios, de ser posible uno negro y otro blanco. Años atrás en casa hemos tenido perros, aunque los amé (amo), nunca los sentí realmente míos. En principio nunca costeé su necesidades, claro que les dediqué amor y cuidados, pero siempre respondieron más al llamado de mi madre y su esposo. 

Así que en esta idea de unir vidas, caminos, mundos y planes en conjunto coincidió que los perros de mi madre iban a tener cachorros, así que me dispuse a pedir con anticipación la adopción de uno de la camada que fuera hembra. 

Ese novio y yo al final nunca concretamos nada y la relación se disolvió, pero siempre me ha gustado pensar en la frase célebre del buen Roberto Bolaño que dice: " El amor nunca trae nada bueno. El amor siempre trae algo mejor", en este caso eso mejor, además de varios y rudos aprendizajes, fue mi Isadora Roverandom.

Ella nació un 10 de febrero de 2012, me tocó asistir el parto de la camada de Isadora, la recibí,  fue la tercera de ocho perros y  la segunda hembra de toda la camada. Fue una experiencia nueva para mí, sólo veía como la perra mamá expulsaba burbujas gelatinosas, luego las lamía hasta romper esa barrera y los perritos empezaban a llorar. 

Desde que la tuve en mi manos supe que ella sería mi compañera de años, la tomé y le susurré al oído su nombre: Isadora. Me han dicho que era imposible que me escuchará, pues los cachorros nacen sin oír y ver, mas sé que ella me escuchaba de otra manera, desde ese día con sólo pronunciar su nombre ella movía el rabito y supe que teníamos un lazo indestructible.

En un poco más de un año ella ha sido mi gran compañía, hemos crecido juntas, me sigue sorprendiendo el radar emocional que tiene integrado, su gran capacidad de percepción. Es evidente que estoy enloquecida y enamorada de mi perra, pero presiento que esto es ancestral. Esta manera de crear un vínculo con algún animal, me preguntaba hace poco cómo era posible que los perros o los gatos en concreto entendieran las instrucciones o el llamado de sus amos. ¿Cómo era posible que entre la multitud supiesen qué eres tu quien les llama, cómo puede virar en el camino y percatarse que estás lejos y regresar a buscarte? 

Llegué al grado de pensar que mi perra entiende español, así de grande es el vínculo qué sé que cada perro entiende el idioma del país en que nació o el idioma en que se le enseña. 

Una de las experiencias más fuertes que he vivido con Isadora fue el día que ella enfermó, no paraba de vomitar y tuve que hospitalizarla, dos días después yo acabé, también, enferma y hospitalizada. Mi sorpresa más grande  fue cuando el veterinario me dijo que mi perra no tenía nada, al enterarse le respondía la llamada desde el hospital  me dijo: Creo tu perra somatizó todo tu malestar. Uff, no lo podía creer, le habían practicado todos los estudios y en verdad ella no tenía nada. ¡A qué nivel me percibe!

Así los días transcurren y yo sé que Isadora va a mi lado caminando, creciendo y sintiendo con su enorme corazón de perro, yo sólo espero que los años que nos toque estar juntas sean plenos, mi mayor deseo es que mi corazón humano le de a diario una vida feliz.


Prints and multiples with exclusive edition on Fabriano cotton 30gms by: Stephen Davids, My master and his dog.




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