El cazador sabe el truco para apresar a las alondras:
de la rama más alta de un árbol. Cuando la luz la toca
la esfera es una flor de agujas luminosas y somete
la borrosa voluntad, el fuego sutil de las alondras.
Entonces el cazador hace un hábil uso de las redes
y el ave cae. Muy pocas veces el artificio fracasa.
Su fina pasión por la luz quiere que mueran deslumbradas.
Jorge Fernandéz Granados
Agate Apkalmne, Kleiner Menschgobes bad, 2008.
1 comentario:
Le parece que resuena? A veces los Ecos son más ásperos que los narcisistas. Prefiero también los nones, suficiente tengo con mis propios ecos... ¿Se sabe esa historia? ¿La de Eso y Narciso? se la recomiendo.
Gracias por el comentario.
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