martes, 25 de noviembre de 2008

Para nuestra hijita

Mayab 15 de febrero de 1982
Allí estás recostada
con el rostro perfecto y limpio
contrayendo los ojos
y los músculos de la cara,
el sol te acaricia
el cuerpo tan pequeño,
yo te miro abrazado al viento
y adivino el momento en que
fuiste forjada
por un sol de oro
y torbellinos de arena oscura.

Hermosa y nueva,
perfectamente recortada sin
los vicios de nuestro tiempo
dormitas,
bostezas,
¿qué será de tu vida hijita amada
y de todos nosotros
tus padres?

Esa pequeña boca que gesticula
un tibio aliento
¿a quién le besará el calor
y las inquietudes?
Cuidate de los carros al atravesar la calle
me dan ganas de decirte
con tu vestido de azul y blancas grecas
no sería alegre que rodaras por el suelo
no te mueras así ,
no así, como todos
qué importa si temprano o tarde,
pero, no te mueras con la cabeza
vacía
y el corazón hinchado de desasosiego.

Parece sueño,
queremos verte bailar
que como tu mamacita y sus hermanos,
es decir, que somos nosotros
que siempre hagas lo que se te de la gana
limpia de polvo y paja
completa de color y conciencia
atendida por tu perfecta luz
del instante que ahora brilla.

Quisiera aconsejarte cosas
pero, no quiero,
mejor te veo,
te amo,
te sonrío y me postro altivo
con la humildad poderosa de una aurora,
alondra o azucena
que doblega y tuerce dulcemente
al sol
cada vez que este sube.

Mejor una tarde jugamos
y otra respeto tus hazañas
y más allá
quién sabe,
tal vez, me entierres y reces algo,
algo como eso de "All you need is love",
o algo de Pink Floyd y Lennon
tal vez, te recuerde a Li-Tai-Po
o Adán y su vida
o un Zapata maravillado de alegría.

No sé que podamos ser para ti
cuando nos veas
de cabello largo
dictando clases o cerrando un escenario,
no sé qué sera de nuestros amores tan diferentes
y nuestros ojos hondos.
Pancho querrá cantarte,
Lalo te dará natilla y turrón
o un huipil de Oaxaca y Tlaxcala,
yo no sé,
se me ocurre todo
instantes de ayuda,
secretos a voces
entre nosotros y la montaña.

Ella besará tu cuello
antes de que caiga el día.
Ellos dos te aman
se recogen en un nido
aprisionan la noche y el alba
para cobijar con su amor de estrellas
el blanco manto de tu sonrisa bella.

Duérmete un rato
vendré más tarde para jugar contigo,
me iré a las rutas del corazón y la distancia
aguarda un poco
ya estaré contigo
niña blanca, hermosa, bella
recién nacida.

Benjamín Santamaría

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